¿Para qué trabajas?

¿Porqué trabajas? Las dos retribuciones que obtienes producto de tu esfuerzo

¿Para qué trabajas?

Te has hecho la pregunta: ¿Para qué trabajo?. Hoy despertaste en tu cama. ¡Bendito seas! Ya de entrada vamos de gane.

Te levantas de la cama y vas al baño. Entre pestañeo y pestañeo, la luz que atraviesa tus ojos empieza a tomar mayor intensidad hasta que ya te das cuenta que es un nuevo día. Te duchas, desayunas, te vistes, y estás listo para hoy. Te diriges a tu centro de trabajo y a darle con todo el entusiasmo.

Arrancas el día sirviendo a los demás en el Trabajo

Y es que si no has caído en cuenta, lo que pone dinero en tu bolsillo o en tu cuenta bancaria es precisamente el servicio que prestas a alguien más, ese alguien más quien no puede por sí mismo hacer lo que tú le sirves.

Contadores, peleteros, abogados, artesanos, arquitectos, cocineros, médicos y llanteros; todos ofrecen su inteligencia u oficio a trueque.

Pero todas las actividades económicas que se realizan por las personas en un ámbito económico están dispuestas al servicio de los demás quienes no se pueden proveer a si mismas del universo de necesidades infinitas que tú en tu área en particular satisfaces en su provecho.

Al final del día cuando regresas a tu casa, el producto de tu esfuerzo, el “trabajo” que realizas te retribuye en dos aspectos: realización personal y dinero.

Y me atrevo a poner entre comillas la palabra “trabajo” porque hay muchísimas personas que no ven su actividad económica como un trabajo, sino como una vocación la cual siguen sin sentirla una carga. 

Son muchos menos que los más, pero te lo pongo de ésta manera: Si en alguna ocasión te has “perdido” concentrado en tu labor y has encontrado satisfacción en ella y su resultado, te puedo casi asegurar que en ese momento no sentías que estabas trabajando. 

Ahora bien, pululan los ejemplos de personas a quienes o no les queda de otra, o sienten que no hay oportunidades, o piensan que les hizo falta un padrino o cualquier otro ejemplo que por circunstancias propias o ajenas, les tiene dispuestos realizando una actividad económica en específico la cual no les retribuye realización personal sino únicamente dinero. 

Pero podría atreverme incluso en este supuesto a asegurar que tú en alguna ocasión has tenido la experiencia de haberte topado con alguien realizando un trabajo que para ti no tendría mucha realización personal, pero que para él es su fuente de ingresos, y te ha sorprendido con su buena actitud y disposición. 

El extra que aportan nada tiene que ver con el ingreso que obtienen de su “trabajo” sino con la realización que obtienen producto de su espíritu de servicio para los demás.

En la parte del dinero no tiene ciencia. Trabajamos por que es necesario para satisfacer necesidades.

Así como tú con tu actividad particular ayudas a alguien más con eso que haces y que ellos no pueden realizar por sí mismos, a cambio de un precio pagado en moneda circulante, tú a su vez requieres de bienes o servicios que por ti mismo no te puedes proveer y que pagas por ellos, lo que tiene un precio en pesos y centavos.

¿Queda claro verdad? En esencia lo que realizamos es un trueque. ¿Y qué estamos intercambiando entonces? Nuestro tiempo y aptitudes por dinero.

Sin embargo algo que muchas veces perdemos de foco es que todos tenemos una fecha de caducidad en el ámbito económico en el cual servimos y consumimos. El consumo para satisfacer las necesidades propias nunca terminará, pero nuestra capacidad de continuar sirviendo a los demás se puede ver comprometida por la edad y la salud, entre otras.

En el momento en que dejemos de brindar un servicio a la comunidad sólo tendremos acceso a recibir bienes o servicios de los demás siempre que contemos con las cantidades de dinero necesarias para cubrirlas y hasta donde nos baste. Porque todas las personas trabajamos por dos cosas como ya lo vimos, realización personal y dinero.

Y por más realización que a alguien le pueda retribuir el auxiliar a los más necesitados,  requieren satisfacer su propia subsistencia o la de los suyos, por lo que eventualmente se enfocaran en obtener recursos para sí más que en prestar ayuda a cambio de un gracias. 

Lo que intento poner a tu consideración es que una vez que haya llegado la fecha en que ya no te puedas generar ingresos, los recursos monetarios con que cuentes van a contribuir a que alguien más obtenga realización personal y dinero por su esfuerzo cuando ellos a su vez te provean de los servicios y bienes que ocupes para tu subsistencia.

Por ello te invito a que tomes una decisión financiera fundamental: te decidas guardar una parte de tus ingresos para cuando llegue el momento en el que tú ya no puedas servir a los demás a cambio de dinero. 

Contar con una herramienta financiera que te permita acumular capitales y que se multipliquen sin tu esfuerzo, te brindaría la oportunidad de contar con recursos para seguir aportando a la economía de tu comunidad y satisfaciendo tus necesidades.

La parte de tu trabajo que se traduce en realización personal serían los logros que en tu tercera edad darían testimonio de tu paso en esta tierra, y que fueron en beneficio de tantos otros a quienes podrás agradecer por haberte permitido auxiliarles.

La parte de tu trabajo que se traduce en dinero, y respecto de la cual hayas decidido separar una parte para tu vejez, será la que te ayude a navegar sin mayor problema las aguas del retiro.

Si te gustaría conocer de una herramienta financiera que te permita navegar con mayor tranquilidad las aguas del retiro, me encantaría conocerte y tener el honor de ser tu asesor financiero.

Lauro Sández

Asesor Patrimonial

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