¿Qué hago con mis riesgos, me los quedo o los transfiero?

Todos las personas estamos expuestas a diversos riesgos.

Riesgos que de suscitarse pueden crear un predicamento económicamente hablando, esto en caso de no contar con recursos financieros para afrontarlos.

Riesgos asociados con la vida, la salud, el patrimonio personal, empresarial o incluso de terceros, son un común denominador de los riesgos que cargamos.

Respecto de éstos, a pesar de que puedan o no realizarse, se puede elegir el conservarlos y asumirlos, o bien el transferirlos y que alguien más pague los platos rotos si se presentan.

A propósito de esos riesgos es que existe la industria de los seguros.

El tener la posibilidad de transferir esos riesgos a un ente diverso al propio para que los afronte con sus recursos, es una de las ideas más innovadoras que hemos tenido como especie.

Esto porque la aleatoriedad a que nos sujeta el espacio y tiempo de la realidad que vivimos, imposibilita el predecir con absoluta certeza que estemos exentos de ellos.

Entonces, o se es parte de la estadística o no se es; o nos toca, o no nos toca.

Pero si nos toca, ¿no habría valido la pena ser parte de la estadística de quienes optaron por transferir sus riesgos?

Al contratar un seguro de cualquier naturaleza, lo que hacemos es transferir nuestro riesgo a una compañía de seguros la cual, a cambio de un pago, se obliga a resarcir con una suma de dinero, el riesgo asegurado si es que se realiza.

Entonces ante el acontecimiento del riesgo, el patrimonio no se pone en jaque, sino que entra la chequera de la compañía por nosotros.

Mientras la chequera propia no cuente con el dinero suficiente para hacernos cargo de nuestros riesgos, ¿tendrá sentido contratar estos productos financieros?

Pero puede que no se susciten… Empero, ¿y lo aleatorio de la existencia?

Incluso hay quienes opinan que aunque la chequera de una persona cuente con recursos suficientes para afrontar sus riesgos, puede resultar más lógico el tener contratados seguros para que sea la compañía quien pague con su chequera aquellos; y entonces el contratante no tenga que ver cómo se reduce el saldo de su cuenta en el banco.

Entonces, ¿qué hacemos con nuestros riesgos, nos los quedamos y asumimos ó los transferimos?

«Tu futuro está en tu manos.»

Lauro Sández
Asesor Patrimonial

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